La mejor jugadora de la historia fue madre en marzo y persigue su tercer Mundial con Estados Unidos
En el nombre de su hijo confluyen las estrellas. Nació en marzo y le bautizaron Leo Michael, pero cuenta Diana Taurasi entre risas que no lo hizo pensando ni en Messi ni en Jordan, dos de sus grandes ídolos. “Simplemente queríamos que fuera un nombre fácil de decir en inglés y en castellano, pero mis viejos ahora lo llaman Titito”. La mejor jugadora de baloncesto del mundo nació en California hace 36 años pero tiene sangre albiceleste. Hija de un exjugador italiano de fútbol que emigró a Argentina de pequeño y de una rosarina de pura cepa, Taurasi comenzó a lanzar a canasta a los seis años y no se cansa de competir. En estos días, en Tenerife, pelea por conquistar su tercer Mundial con el Dream Team de Estados Unidos.

En mayo de 2017, Taurasi se casó con su excompañera durante años en Phoenix, la australiana Penny Taylor, y hace siete meses descubrió como cambia la vida la maternidad. “Ahora miro la vida de otra manera. Ya hice muchas millas y me espera un nene en casa. A los 36, el juego ya no es cuestión de físico sino de motivación. A esta edad ya no vas pensando en el año que viene sino en el mes que viene”, explica cuando se la pregunta por su horizonte competitivo. “Hablo con muchas veteranas y todas me cuentan que llega un momento en el que sientes que has perdido ese fuego para jugar y te dices ‘lo di todo’ y ahora hay que pensar en otra cosa. Yo mantengo esa llama”, relata. De momento, lo que si ha clausurado es su carrera en Europa. “Cuando regresas a casa después de 12 años en Rusia, te das cuenta de que los viejos están muy viejos y se perdieron todos tus cumpleaños”.

Taurasi es la máxima anotadora histórica de la WNBA (8.549 puntos), tiene cuatro oros olímpicos, dos mundiales, tres anillos de la liga estadounidense, dos galardones de MVP de las finales, seis Euroligas y un puñado de ligas en Rusia y Turquía. Un palmarés que refrenda su consideración de mejor jugadora del mundo: la Michael Jordan del baloncesto femenino, como marcan unas etiquetas patriarcales que ella relativiza desde la modestia. “Si me juntan en la misma frase que Jordan quiere decir que he hecho bien las cosas. Es un honor”, afirma. “Pero yo nunca me marqué el objetivo de ser la mejor; simplemente, intento dar lo mejor de mí cada vez que salto a la pista para que mi equipo gane”, repasa la jugadora de los Phoenix Mercury.

Con su equipo de toda la vida en su curriculo estadounidense (15 temporadas consecutivas) llegó este año hasta las finales de conferencia donde cayó con Seattle y, sin apenas respiro, se incorporó a la armada invencible. Un Dream Team que desde 1996 solo ha perdido un partido en Juegos Olímpicos y Mundiales, la derrota en semifinales del Mundial de 2006 ante Rusia (68-75). El balance en los últimos 22 años es 91-1, con solo cinco victorias por una diferencia inferior a los 10 puntos. En los Juegos de Río, su última conquista, las estadounidenses ganaron los ocho encuentros por 37,6 puntos de media. “Se da por hecho que ganaremos, pero un Mundial solo se consigue estando juntas y jugando duro”, analiza. Confiesa sin reparos que, ante la ausencia de tiempo para la concentración, la preparación de la selección estadounidense para la Copa del mundo de Tenerife se fraguó en las conversaciones personales entre las jugadoras cuando coincidían en los partidos de la WNBA. “Cuando compites por Estados Unidos el único objetivo es ganar, lo demás no vale”, sentencia.

La he visto hacer cosas sobre una pista de baloncesto que jamás he visto hacer a nadie”, apunta Alba Torrens, compañera de Taurasi en el Galatasaray turco y el Ekaterimburgo ruso. “Es sin duda la mejor no solo por talento sino por carácter. El gen ganador que tiene es su rasgo diferencial. No se cansa nunca de vencer, de pelear, de conseguir todo y volver a conseguirlo. Ella es así siempre, en cada partido”, completa Torrens. “España tiene jugadoras de proyección mundial como Alba y una fuerza especial como grupo. Pueden ganar a cualquier equipo del mundo”, dice Taurasi devolviendo el elogio y calibrando un hipotético cruce de semifinales con la selección española.

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