El preparador físico vilagarciano de la selección española absoluta femenina de baloncesto cuenta la experiencia única de ganar un bronce mundial en casa, y señala la dimensión de la trayectoria del equipo de Lucas Mondelo en estos seis años de gloria. Jordi también habla de la humildad de las jugadoras, reflejado en su particular "himno", la canción de Ska-P "Resistencia" (El Vals del Obrero)
El martes al mediodía aterrizaba Jordi Aragonés Pose en Cracovia, donde ha encontrado el lugar en el que echar raíces y hacer crecer a su familia con un asiento en el cuerpo técnico de un grande del baloncesto femenino europeo, el Wisla Can Pack. Este fin de semana comenzará su séptima campaña en dos etapas en Polonia. Lo hará tras haber contribuido, y disfrutado, con la selección española del bronce en el Mundial de Tenerife el pasado domingo. La última muesca en una culata con dos títulos y un bronce continentales, y sendas platas olímpica y mundial grabadas.
-Sexta medalla internacional de la selección española femenina absoluta en otros tantos años consecutivos. La gente tiende a dar por normal algo que no lo es...
-Pues si. La verdad es que lo comentamos mucho, lo comentamos mucho. Que llega el verano, y la medalla de la selección. Este año se incorporó al grupo un fisioterapeuta nuevo, Juan Carlos Palacios, del Tecnyconta Zaragoza de la ACB, y al llegar nos dijo ‘Yo vengo aquí a ganar, seguro que vamos a ganar. Las chicas ganan siempre’. Hay esa idea de que la selección gana siempre medalla. Es así desde el 2013, parece que es una rutina. Pero los que estamos ahí sabemos lo que cuesta. Ellas -las jugadoras- tienen muchísimo mérito. Están haciendo algo irrepetible. Cuando acabe este ciclo, porque algún día acabará, entenderemos la verdadera dimensión de lo hecho.
-Parece que este año tuvo más trabajo que nunca. Será difícil haber avanzado con tantas tocadas y lesionadas...
-Pues sí. Pero no solo yo. Todo el cuerpo biomédico, la doctora, los fisios. Yo he pasado muchas horas de trabajo individual con Alba (Torrens), Silvia (Domínguez), que se lesionó a los seis días de la concentración, Anna (Cruz), y Laura (Nicholls), con problemas en la espalda. Sin duda fue la concentración con más trabajo para conseguir que las jugadoras llegasen en las mejores condiciones al campeonato. Los otros años siempre había alguna cosita; molestias, problemas musculares. Pero nunca tantas jugadoras lesionadas, y tan importantes.
-¿En qué manera condicionó el novedoso formato corto del Mundial la preparación y el rendimiento de la selección?
-Bueno. Condicionó mucho. Mucho. Alba y Silvia apenas disputaron encuentros de preparación. Nicholls y Cruz sí fueron participando, pero controlando mucho los minutos. Silvia llegó al Mundial sin jugar nada, y Alba prácticamente igual; tuvieron que coger el ritmo durante la competición. En un equipo siempre hay roles. Y estas cuatro jugadoras tienen un rol fundamental. Son las patas de la mesa como dice Lucas -Mondelo, el seleccionador-, junto con Xargay. Pero por otra parte, hubo la respuesta muy positiva de jugadoras que no tenían un papel tan, tan importante, y dieron un paso adelante, Queralt Casas, Cristina Ouviña, Laura Gil... Jugadoras de rotación se convirtieron en más importantes de lo que en un principio parecían. Y nos sirvió mucho. De hecho, Queralt Casas y Cristina Oubiña fueron claves para mí frente a Canadá, en los cuartos, el partido clave, que te da casi la gloria, o la decepción.
-Nunca antes habían jugado en casa un campeonato de este nivel. ¿Es cierto que no todo son ganancias cuando uno goza de la condición de anfitrión?
-No. No. Nos decían que el equipo podía sufrir al estar en casa por la presión. Estas jugadoras salen a competir igual sea en España, o en la República Checa. Lo que sí notamos en los momentos importantes fue ese apoyo extra, y lo notamos para bien. Y fue algo totalmente increíble. Los pabellones estaban siempre llenos en nuestros partidos en el Mundial. Fue especial. Fue especial. La verdad es que Tenerife se volcó. Ver 5.000 personas en el Santiago Martín para apoyarnos era una maravilla, una maravilla.
-¿Qué recuerdo, o qué sensación reposa en cada una de las seis medallas internacionales de su carrera? ¿Qué tiene esta última de especial?
-Quizá es la que más valoramos. Es cierto que ganar el oro en el Europeo, una plata olímpica, es increíble. Pero este año, con todos los problemas, con todas las dificultades a las que tuvimos que sobreponernos, la valoramos muchísimo. Si me preguntas por un ránking, el Eurobásket de Francia (2013), por ser la primera, la plata olímpica, porque una medalla olímpica es el summum para un deportista, y esta, ocupan el podio de las tres mejores.
-Y el año que viene, a por otro título del Campeonato de Europa...
-[Carcajada] ¡Hombre! ¡Ojalá! Siempre que acabo un campeonato con la selección, por el sacrificio, me cuesta pensar en el próximo año. Pero yo siempre estoy dispuesto. El objetivo será intentar volver a ser campeón de Europa. Y espero estar allí.«Ser como una familia nos hace salir de los momentos difíciles»
-Lucas Mondelo no se cansa de señalar como una de las principales claves del éxito de la selección, si no la que más, que en la práctica el grupo trabaja como un equipo, no como un combinado nacional...
-Sí. Sí. Eso es cierto. Él siempre dice que en vez de una selección, somos un equipo. Llevamos muchos años juntos. El ambiente no es de un grupo de gente que se reúne unos días. Es como una familia. La Federación usa de hecho esa etiqueta, la familia; está bien a nivel de comunicación, pero es que es real. Es una de las claves respecto a otras selecciones, que nos hace salir de los momentos difíciles.
-En ese sistema de funcionamiento, y con un núcleo duro de jugadoras e integrantes del cuerpo técnico, es de esperar que haya numerosos mecanismos automatizados, de entendimientos sin palabras. ¿Se traslada eso también a su trabajo con las Nicholls, Torrens y compañía?
-Sí, sí. Ellas saben cómo trabajo, y yo cómo trabajan ellas, y muchas veces no hace falta decir mucho. No necesito estar insistiendo en una cosa u otra. Al llevar tantos años trabajando juntos sabemos lo que necesitamos unos y otros, y lo hace más fácil. Sale automático. Lo que no quiere decir que no se trabaje.«Resistencia» (El Vals del Obrero), de Ska-P, declaración de intenciones de la generación de oro
-Han sido dos concentraciones a lo largo del verano, más la semana y media del Mundial. ¿Cómo matan el tiempo las jugadoras de un equipo ganador como el español? ¿También tiran de pocha?
-Doce días en Palma, un mes de concentración antes del campeonato, y el Mundial. Más de 50 días. Algún juego tendrán, pero no es tan famoso como la pocha. La verdad es que están muy acostumbradas Lo tienen como una rutina, porque casi todas han estado antes en la selección en categorías base, con sus concentraciones.
-Y en el cuerpo técnico, ¿cómo llevan tantas horas extralaborales en esas semanas enclaustrados en el hábitat de la selección?
-Se lleva, se lleva. Hay muy buen ambiente, y cuando tenemos tiempo, salimos a tomar algo, o a comer fuera. Aprovechamos la piscina del hotel, o este año de paseos por la playa y visitas al Oceanográfico de Valencia, o el Loropark de Tenerife. Se lleva peor no ver a la familia y a los amigos.
-Cuéntenos, ¿cómo son fuera de la pista las estrellas de la mejor selección española de baloncesto femenino de la historia?
-Son. Mira, son un encanto. Hoy muchas de ellas, Torrens, Laia Palau, son mediáticas, ganan mucho; pero son personas muy normales. Cada una tiene su carácter, pero son gente de lo más normal. No ves a una diva. Y es una gozada pasar este tiempo con ellas. Por lo demás, más allá del baloncesto, cada una lleva las concentraciones de forma privada.
-A lo mejor para caras B con sorpresa, la de algún integrante del cuerpo técnico...
-[Carcajada]. La verdad es que en el cuerpo técnico yo tengo fama de payasete, de contar chistes malos. Isa Sánchez también es muy graciosa. Pero tampoco destacamos por nada especial. En eso quizás seamos un grupo aburrido. Es un grupo de trabajo muy bueno, pero cada uno intenta guardar su intimidad.
-Y las celebraciones, ¿están a la altura de los éxitos del equipo?
-[Carcajada]. Las celebraciones están a la altura. Sí, sí [risas]. Después de la victoria en el vestuario hay una alegría incontrolable. Saben disfrutarlo. Botellas de agua volando, carreras y abrazos... Y música. Ellas tienen una canción, Resistencia (El Vals del Obrero), del grupo Ska-P. Desde el principio la ponen antes de cada partido tras la charla de Lucas -Mondelo- porque están muy identificadas con su letra -entre sus frases cuenta ‘Es difícil llegar a fin de mes y tener que sudar y sudar Pa’ ganar nuestro pan’ ‘[...] Somos obreros, la clase preferente’-.
Pablo Penedo
lavozdegalicia.es